El rey del mambo
siempre he sido,
cualquier día de la semana
pero principalmente los festivos,
aunque no toque las maracas
en el mundo del aperitivo.
Infinidad de tapas
me han preferido,
a incontables bebidas deliciosas
en acompañar ese rito,
con el vaivén de los camareros
al traer los platillos.
En un vaso ancho y corto
nunca larguillo,
es donde me luzco mejor
y estoy más a gustito,
en cualquier bar de barrio
o en la terraza si hay solecillo.
Y nunca olvidar la compañía
del hielo en cubitos,
fina rodaja de naranja o de limón
el toque favorito
y al menos una oliva sin hueso
que así es más fácil
pincharla en un palillo.
Que placer es la hora
del vermutillo,
conversaciones de toda clases
entre buenos amigos,
es algo que parecía
haberse perdido.